Papeleras navarras presionadas por el coste de la energía
El sector, con unos 2.200 empleos directos, intenta reducir costes y bajar su producción para mantenerse abierto
Las papeleras navarras, pertenecientes al grupo de industrias electrointensivas, intentan reducir costes y bajar su producción para sobrellevar los altos precios de la luz.
Si bien es un sector que emplea a poco más de 2.200 personas de forma directa en la Comunidad, tiene la virtud de hacerlo vertebrando la actividad de varias localidades de norte a sur y de este a oeste. Destacan así las plantas de Leitza (grupo Lecta), Allo (la sueca Essity, papel tissue), Buñuel (el italiano Sofidel, papel tisú), Cordovilla y Sangüesa (del grupo irlandés Smurfit, pasta y cartonaje), Viana (Papelera del Ebro), Villava (papelera Abelan San Andrés) y Huarte (El Carmen, embalaje flexible).
Pese a que esta es una planta integrada, cuya materia prima procede de los bosques navarros, vascos y aragoneses, ya ha visto crecer un 30% el coste de los productos químicos que necesita para sus procesos. Pedro Mendarozketa, director general de la planta de Smurfit Kappa en Sangüesa, explica: “La pesadilla es el precio de la electricidad, que se ha multiplicado 2,7 veces y se va a convertir en el principal coste en la cuenta de resultados de la fábrica. El precio medio de la electricidad en el mercado mayorista (pool) ha alcanzado los 500 euros por megavatio/hora y eso es un problema”, razona. Por ello, Mendarozketa no se sustrae a las reivindicaciones del sector y reclama que se desligue el precio del gas al de la electricidad.
Pero ese no es el único problema, el el descontrol de los precios tiene otra arista y es la de los transportes. Para una empresa que exporta casi el 90% de su producción a países como Estados Unidos, China y Corea del Sur, entre otros, los envíos se han encarecido el triple. “Si el envío de un contenedor a Estados Unidos nos suponía 2.200 euros, ahora nos cuesta 6.500”, ejemplifica.
En cuanto al mercado local, es posible que no pase una semana sin que un navarro toque un producto de la papelera de Sangüesa, desde la bolsa en que se embalan las barras de pan, al cartón de las cajas de los envíos de Amazon. En principio, afirma Mendarozketa, la empresa no prevé parar gracias al stockaje que hizo de algunas materias primas.
En la planta de Leitza (Lecta), con unos 400 operarios, regresó a la actividad hace diez días, luego se que se mantuvieran en huelga durante 22 días. Sin embargo, lo ha hecho en un entorno complicado de precios como en el resto del sector. Así, el grupo Lecta informó días atrás a sus clientes de un “inevitable” recargo adicional de 150 €/t a todos los pedidos (en todas las gamas de papel) confirmados con entregas a partir del 1 de abril de 2022. Este recargo se suma a otro de 50€ anunciado el mes anterior.
Por su parte, la planta de Essity en Allo, con 450 empleados y orientada al papel de higiene y salud, vivió un “boom” inesperado con la pandemia, cuando en la segunda semana de marzo de 2020 llegó a incrementarse en un 50% de la demanda de papel higiénico. Ahora, la industria del tissue se enfrenta a importantes subidas de precios, especialmente en celulosa y fibra reciclada, así como en el transporte y la energía, lo que unido a la huelga de transporte ha creado un contexto “sin precedentes”. “Estas subidas masivas -subrayan desde la empresa- han provocado que otras empresas de papel y tissue suspendan su producción o se lo planteen”.
La empresa está estudiando la mejor manera de evitar esta situación implementando medidas que permitan reducir costes. “Actualmente, nuestros centros de producción siguen funcionando según lo previsto, pero somos conscientes de que esta situación requiere de actuación inmediata por lo que nos hemos visto obligados a aumentar los precios de nuestros productos, para poder mantener el suministro y compensar la fuerte inflación de costes a la que nos enfrentamos”, explican.
Por otro lado, el embalaje de cartón se ve afectado no sólo por el encarecimiento de las materias primas y de la energía, sino también por la paralización de la producción de sus clientes, que afecta a la demanda. “Los precios actuales de la energía están haciendo mucho daño a todo el tejido industrial y de no moderarse en breve pueden desencadenar el cierre de muchos centros productivos”, lamenta Ignacio Landa, gerente de la planta de Smurfit Kappa de Cordovilla.
“En cuanto al abastecimiento, como les ocurre a nuestros clientes y a la gran mayoría del sector industrial, estamos sufriendo la falta de suministro de materias primas, así como la dificultad de entregas de embalajes a los clientes que los necesitan. También es cierto -explica- que como muchos de ellos tienen su producción parada, bien por problemas logísticos bien por el incremento que han sufrido del coste de la energía u otras materias primas, su demanda de embalajes se ha visto también afectada, puesto que si no pueden producir o enviar mercancía, tienen una necesidad menor de embalarla”.
La planta sigue operando en términos de producción, pero a un ritmo más bajo que les permita cubrir las necesidades de los clientes que siguen activos. Sin embargo, Landa cometa que no se hallan preparados para atender el “fuerte” pico de demanda de embalajes que se espera una vez finalice la huelga del transporte.