La nanocelulosa de eucalipto abre varias oportunidades para aplicaciones sostenibles
Además de la producción de papel y embalajes, la nanotecnología ha dado lugar a productos refinados que avanzan en mercados dependientes de los recursos ambientales.
El eucalipto representa hoy la mayor parte de las plantaciones forestales brasileñas -7 millones de hectáreas- que abastecen a industrias de gran consumo, como papel tissue, cajas de cartón, empaques, papel de impresión y escritura. El diminuto mundo de la nanotecnología, sin embargo, va más allá y mira estas fibras con otras aspiraciones, que han dado lugar a productos refinados que avanzan en mercados dependientes de los recursos ambientales.
“Hay una fuerte búsqueda de materiales renovables, reciclables y biodegradables, con miras a reducir la huella de carbono”, declara Francisco Razzolini, director de tecnología industrial e innovación de Klabin. En ocho años, la empresa ha invertido R$ 250 millones en soluciones bioeconómicas basadas en bosques plantados. De esta cantidad, US$ 2,5 millones se destinaron a la participación en la startup israelí Melodea, pionera en tecnología de extracción de celulosa nanocristalina (CNC), fabricada a partir de fuentes renovables, con aplicaciones que incluyen pantallas de teléfonos móviles, aislantes térmicos y extracción de petróleo y gas.
Con la nanotecnología empleada en eucalipto, es posible potenciar alternativas para el envasado de alimentos, en las que las fibras vegetales fraccionadas sirven como una poderosa barrera contra la humedad, reduciendo así el uso de plásticos. En otro frente tecnológico, la celulosa microfibrilada (MFC) ofrece el beneficio de aumentar la resistencia y, por lo tanto, mejorar el rendimiento y reducir la cantidad de materiales en los productos, lo que genera impactos ambientales positivos. La materia prima inspiró a Klabin y a las instituciones asociadas a desarrollar, frente a la pandemia del coronavirus, alcohol en gel utilizando insumos vegetales en lugar de productos químicos derivados del petróleo. Esto abrió ventanas de oportunidades en la industria cosmética en busca de fuentes renovables”, agrega Razzolini, señalando que “una gran parte del planeta ya se ha dado cuenta del tema”.
La mayor atención a las causas ambientales ha motivado a la empresa a realizar nuevas apuestas, entre ellas experimentos sobre el balance de gases de efecto invernadero de plantaciones de eucalipto en un sistema silvopastoril y en alianza con Embrapa. El objetivo es permitir que los propietarios rurales, proveedores de madera para la industria de la celulosa, ganen dinero en el acalorado mercado del carbono.
La vanguardia del eucalipto también incluye en su portafolio tecnológico la pulpa de disolución, utilizada en la fabricación de tejidos, tendencia que se ha reflejado en grandes inversiones, como LD Celulose, una empresa conjunta entre Duratex y Lenzing firmada para implementar una de las mayores pulpas molinos solubles en el mundo en el Triángulo Mineiro, con una capacidad de 30 mil toneladas por año. “El sector textil busca una menor huella de carbono con el uso de este insumo en la producción de viscosa”, dice Patrícia Machado, coordinadora de políticas de bioeconomía y silvicultura de la Industria Arbórea Brasileña (Ibá).
El gigante de la pulpa, Suzano, también ve que su aplicación textil gira en torno a la tecnología MFC, que reemplaza principalmente al poliéster, lo que lleva a un menor uso de agua y productos químicos. La empresa, junto con la finlandesa Spinnova, invertirá 22 millones de euros en una planta comercial de hilados textiles de 1 millón de toneladas anuales, que se inaugurará el próximo año. Actualmente, las pruebas se realizan a menor escala en la unidad piloto en Aracruz (ES) y ya existen alianzas con redes globales de minoristas textiles interesadas en las propiedades ambientales del material.
“Todo comienza con el mejoramiento genético y las tecnologías de siembra en campo, porque cuidar la biomasa es el mayor diferencial”, dice Fernando Bertolucci, director ejecutivo de tecnología e innovación. Además de la nanotecnología del eucalipto, Suzano apuesta por nuevas aplicaciones de la antigua y conocida lignina, componente del 50% del árbol que normalmente se utiliza en la autogeneración de energía en las plantas de celulosa, siendo el excedente destinado a la red eléctrica. En la ciudad de Limeira (SP), la empresa cuenta con una planta comercial de 20 mil toneladas por año, para abastecer a la industria del caucho y resinas utilizadas en tableros de madera.
La lignina, que también se utiliza en repuestos de automóviles y asfalto de mejor calidad, mueve US$ 5 mil millones al año en todo el mundo, en la carrera por descarbonizar la economía. “Queremos ser transformadores de la cadena de valor, con el objetivo de reemplazar 10 millones de toneladas de plástico para 2030”, declara Bertolucci. En este sentido, Suzano produce bioaceite de madera que reemplaza a los químicos en la cadena de combustible, en sociedad con la industria canadiense Ensyn.